Que bello tiene que ser saber envejecer con dignidad. Como
todas las cosas de la vida se tienen que saber aceptar como la naturaleza nos
las brinda.
Nada más lamentable que ver como se transforman en
caricaturas por aparentar los años que ya dejaron atrás. Hace poco me
reencontré con una vieja amiga de la familia que ronda los noventa años. Cuál
fue mi asombro al ver con que dignidad hablaba de los años vividos, los
sufrimientos pasados, y todo lo que la
vida y las circunstancias le habían deparado y ella con fuerza había superado.
Al tiempo, y cogiéndome por la cintura como hacia cuando era niña, me susurró una frase entre la mejilla y el oído, con la dulzura que le caracteriza y que a mí me tenia cautivada: La vida no viene envuelta con lazos y adornos pero siempre es un regalo.
Al tiempo, y cogiéndome por la cintura como hacia cuando era niña, me susurró una frase entre la mejilla y el oído, con la dulzura que le caracteriza y que a mí me tenia cautivada: La vida no viene envuelta con lazos y adornos pero siempre es un regalo.
De momento no comprendí
la frase. Luego, analizando lo que conozco de su vida, entendí el
mensaje. Ella ha pasado mucho y creo que
la fortaleza que tengo se la debo a
ella. Es una persona que he tratado toda la vida y a la cual he admirado lo
suficiente para querer ser un reflejo de la personalidad que tiene.
No soy nadie para opinar de los actos de las personas, pero
creo que tenemos que aceptar lo que la naturaleza nos da y nos quita. Es
imposible tener el aspecto de veinticinco años cuando ya has sobrepasado los sesenta. A las personas que alegremente se ponen en
manos de cirujanos para manipular sus cuerpos y transformarlos, no les entiendo
porque esto supone un riesgo añadido a
los que ya nos pone la vida misma.
Decía en el anunciado que se tiene que envejecer con toda la
dignidad del mundo. Por supuesto que, al igual que al envejecer lo hace el
cuerpo, también lo hacen otras partes. Algunos pierden memoria, otros agilidad
física o mental, otros tenemos carencias de vista, oído o nos volvemos algo
torpes. ¿Y qué? Es la señal que estamos vivos.
Yo pienso que, si por tener carencias y no poder hacer
algunas cosas como antes hacíamos, tenemos que quedarnos en un rincón, es mal
asunto. Podemos sustituir nuestros
hábitos por otros como, por ejemplo, la
lectura. Podemos pintar o cantar en un coro, hay infinidad de cosas que nos
pueden aligerar el tiempo. De lo que se trata es de sumar vida a los años, no años a la vida.
Hace un tiempo que voy a la Universidad, a las aulas para
gente mayor. Tengo la costumbre de
sentarme en la primera fila, ¿Que por qué? Muy simple: si te pones en medio
solo escuchas dolores, lamentos y nombres de medicamentos. Estoy un poco harta
del ay ay ay. Hago clases de yoga - de
momento como principiante aunque todo se andará - si hay un teatro que me gusta
allá voy, alguna vez voy al cine. Me apunto a todo. Si el gobierno fuera más esplendido con las jubilaciones más
podríamos hacer. Señor Presidente, a ver si se estira un poco,
que no todos tenemos la pensión que le quedará a usted (ganada con el sudor de
todos los españoles).
La vida es un vaivén de emociones y situaciones, y tenemos
que saber capearlas con astucia y picardía, pero nunca perdiendo la dignidad.
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