diumenge, 27 de març del 2016

envejecer con dignidad



Que bello tiene que ser saber envejecer con dignidad. Como todas las cosas de la vida se tienen que saber aceptar como la naturaleza nos las brinda.
Nada más lamentable que ver como se transforman en caricaturas por aparentar los años que ya dejaron atrás. Hace poco me reencontré con una vieja amiga de la familia que ronda los noventa años. Cuál fue mi asombro al ver con que dignidad hablaba de los años vividos, los sufrimientos  pasados, y todo lo que la vida y las circunstancias le habían deparado y ella con fuerza había superado.
 Al tiempo, y cogiéndome por la cintura como hacia cuando era niña,  me susurró una frase entre  la mejilla y el oído,  con la dulzura que le caracteriza y que a mí me tenia cautivada: La vida no viene envuelta con lazos y adornos pero siempre es un regalo.
De momento no comprendí  la frase. Luego, analizando lo que conozco de su vida, entendí el mensaje.  Ella ha pasado mucho y creo que la fortaleza que tengo se la debo  a ella. Es una persona que he tratado toda la vida y a la cual he admirado lo suficiente para querer ser un reflejo de la personalidad que tiene.
No soy nadie para opinar de los actos de las personas, pero creo que tenemos que aceptar lo que la naturaleza nos da y nos quita. Es imposible tener el aspecto de veinticinco años cuando ya has  sobrepasado los sesenta.  A las personas que alegremente se ponen en manos de cirujanos para manipular sus cuerpos y transformarlos, no les entiendo porque  esto supone un riesgo añadido a los que ya nos pone la vida misma.
Decía en el anunciado que se tiene que envejecer con toda la dignidad del mundo. Por supuesto que, al igual que al envejecer lo hace el cuerpo, también lo hacen otras partes. Algunos pierden memoria, otros agilidad física o mental, otros tenemos carencias de vista, oído o nos volvemos algo torpes. ¿Y qué? Es la señal que estamos vivos.
Yo pienso que, si por tener carencias y no poder hacer algunas cosas como antes hacíamos, tenemos que quedarnos en un rincón, es mal asunto.  Podemos sustituir nuestros hábitos  por otros como, por ejemplo, la lectura. Podemos pintar o cantar en un coro, hay infinidad de cosas que nos pueden aligerar el tiempo. De lo que se trata es de sumar  vida a los años, no años a la vida.
Hace un tiempo que voy a la Universidad, a las aulas para gente mayor.  Tengo la costumbre de sentarme en la primera fila, ¿Que por qué? Muy simple: si te pones en medio solo escuchas dolores, lamentos y nombres de medicamentos. Estoy un poco harta del ay ay ay.  Hago clases de yoga - de momento como principiante aunque todo se andará - si hay un teatro que me gusta allá voy, alguna vez voy al cine. Me apunto a todo.  Si el gobierno fuera más  esplendido con las jubilaciones más podríamos  hacer.  Señor Presidente, a ver si se estira un poco, que no todos tenemos la pensión que le quedará a usted (ganada con el sudor de todos los españoles).
La vida es un vaivén de emociones y situaciones, y tenemos que saber capearlas con astucia y picardía, pero nunca perdiendo la dignidad.